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Dante Alighieri - La Divina Comedia

 

Fue poeta, prosista, teórico de la literatura, filósofo y pensador político italiano. Está considerado como una de las personalidades más distinguidas de la literatura universal, apreciado por su espiritualidad y por su profundidad intelectual. Es también conocido como "el Poeta Supremo".

Nació en Florencia, en el seno de una familia que pertenecía a la pequeña nobleza. Su madre murió cuando todavía era pequeño, y su padre al cumplir los 18 años.

El suceso más importante de su desdichada juventud, según su propia revelación, fue conocer, en el año 1274, a Beatriz, la mujer a quien amó y que exaltó como símbolo supremo de la gracia divina, primero en "La Vida Nueva" (1294) y, posteriormente, en su obra maestra, "La Divina Comedia" (1304-1321). Obra que le llevó 17 años de trabajo y que se convirtió en cimiento del pensamiento moderno y acabó con la aseveración del entendimiento medieval del mundo. Es considerada la mayor obra literaria compuesta en italiano y una obra maestra de la literatura universal.




Fuente: https://www.elresumen.com/biografias/dante_alighieri.htm


La Divina Comedia

Infierno


Canto I


A mitad del camino de la vida,


en una selva oscura me encontraba


porque mi ruta había extraviado.


¡Cuán dura cosa es decir cuál era


esta salvaje selva, áspera y fuerte


que me vuelve el temor al pensamiento!


Es tan amarga casi cual la muerte;


mas por tratar del bien que allí encontré,


de otras cosas diré que me ocurrieron.


Yo no sé repetir cómo entré en ella


pues tan dormido me hallaba en el punto


que abandoné la senda verdadera.


Mas cuando hube llegado al pie de un monte,


allí donde aquel valle terminaba


que el corazón habíame aterrado,


hacia lo alto miré, y vi que su cima


ya vestían los rayos del planeta


que lleva recto por cualquier camino.


Entonces se calmó aquel miedo un poco,


que en el lago del alma había entrado


la noche que pasé con tanta angustia.


Y como quien con aliento anhelante,


ya salido del piélago a la orilla,


se vuelve y mira al agua peligrosa,


tal mi ánimo, huyendo todavía,


se volvió por mirar de nuevo el sitio


que a los que viven traspasar no deja.


Repuesto un poco el cuerpo fatigado,


seguí el camino por la yerma loma,


siempre afirmando el pie de más abajo.


Y vi, casi al principio de la cuesta,


una onza ligera y muy veloz,


que de una piel con pintas se cubría;


y de delante no se me apartaba,


mas de tal modo me cortaba el paso,


que muchas veces quise dar la vuelta.


Entonces comenzaba un nuevo día,


y el sol se alzaba al par que las estrellas


que junto a él el gran amor divino


sus bellezas movió por vez primera;


así es que no auguraba nada malo


de aquella fiera de la piel manchada


la hora del día y la dulce estación;


mas no tal que terror no produjese


la imagen de un león que luego vi.


Me pareció que contra mí venía,


con la cabeza erguida y hambre fiera,


y hasta temerle parecía el aire.


Y una loba que todo el apetito


parecía cargar en su flaqueza,


que ha hecho vivir a muchos en desgracia.


Tantos pesares ésta me produjo,


con el pavor que verla me causaba


que perdí la esperanza de la cumbre.


Y como aquel que alegre se hace rico


y llega luego un tiempo en que se arruina,


y en todo pensamiento sufre y llora:


tal la bestia me hacía sin dar tregua,


pues, viniendo hacia mí muy lentamente,


me empujaba hacia allí donde el sol calla.


Mientras que yo bajaba por la cuesta,


se me mostró delante de los ojos


alguien que, en su silencio, creí mudo.


Cuando vi a aquel en ese gran desierto


«Apiádate de mi yo le grité,


seas quien seas, sombra a hombre vivo.»


Me dijo: «Hombre no soy, mas hombre fui,


y a mis padres dio cuna Lombardía


pues Mantua fue la patria de los dos.


Nací sub julio César, aunque tarde,


y viví en Roma bajo el buen Augusto:


tiempos de falsos dioses mentirosos.


Poeta fui, y canté de aquel justo


hijo de Anquises que vino de Troya,


cuando Ilión la soberbia fue abrasada.


¿Por qué retornas a tan grande pena,


y no subes al monte deleitoso


que es principio y razón de toda dicha?»


« ¿Eres Virgilio, pues, y aquella fuente


de quien mana tal río de elocuencia?


respondí yo con frente avergonzada.